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8 months ago —Principalmente conmigo, que voy a volver con ella con el rabo entre las piernas. —He salido de la cama sobre las cinco y media y cuando he venido en busca de ayuda, ella ya estaba allí. Las yemas de mis diez dedos… estuvieran con lo que estuvieran ocupados: cinco entre los mechones del pelo de David, tres perezosos viendo cómo se desarrollaba todo y dos frotando, frotando, frotando. —Voy a comerte la boca hasta que te duela. —Avísame —susurró separándose solo un instante de mi boca. En ningún instante. Pero dejé de odiarlo por haberse alejado. —El caso es que me tengo que ir unos días a Londres porque tengo reuniones con socios, clientes y…, bueno, he pensado que podríamos aprovechar para pasar unos días allí los dos. Sé que he sido yo quien ha forzado las cosas estos días para no despedirnos tan pronto pero… joder, Margot, no quiero ser quien ni come ni deja comer. Anduvimos unos dos minutos bajo el sol de las nueve y media de la mañana, hasta llegar a un hotelito de dos estrellas que ocupaba la parte superior de la típica agencia donde los turistas contrataban excursiones y actividades marítimas. No me besó, pero me quedé con las ganas de que lo hiciera.

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