Eliminada por una ordenada y disciplinada Rusia, un equipo del montón, que sí tuvo un plan para echar a la selección española a la calle en los octavos de final. Con la furia se ha quedado, de nuevo, chandal de seleccion española en los octavos de final. Un simple paréntesis. Con la furia no se iba a ningún sitio. Vuelve atrás como si aquel período de cuatro años (Eurocopa 2008, Mundial 2010 y Eurocopa 2012) fuera un paréntesis. Sin tirar a puerta ya ganaba 1-0 porque un defensa, que cumplirá 39 años el próximo 14 de julio, se olvidó del balón, obsesionado como estaba en anular a Ramos. No le vale ni la excusa, ya histórica también, del penalti que pidió (y no fue señalado) a Ramos. No faltó de nada en la agónica prórroga como ese penalti que protestó con vehemencia toda España por el agarrón de Kutepov a Ramos. Tú estás a punto de irte de viaje con un tío que acabas de conocer y tu hermana mayor me ha citado mañana para seguir al detective que ella misma ha contratado para seguir a su marido. Ella se me quedó mirando y, en lugar de sentirme más tangible, me hice pequeña.
El problema real es que será de ella ahora. El partido se le puso de maravilla a esa nueva España dibujada por Hierro, que dio la sensación de haberse quitado metafóricamente la chaqueta y ponerse el chándal de entrenador. España no dañaba con esa aplastante posesión. Hasta ese momento, minuto 41, ni un solo tiro de España. Obtenido el botín, prácticamente de la nada, España se dedicó a dejar pasar el tiempo descubriéndose al irrelevante Silva, ejercía de media punta por detrás de Diego Costa, en ese novedoso 4-2-3-1 que pintó Hierro en la pizarra. Por mucho que a Hierro le costara asimilarlo tanto tiempo que no le dio resultado. Luego, en el tiempo añadido de la primera mitad, dos aproximaciones de Diego Costa, la prueba irrefutable de que no era tan utópico acercarse a la portería rusa. Hierro despertó e hizo los tres cambios, aunque colocó a Iago Aspas por Diego Costa, no fuera a ser que la selección tuviera un ataque de romanticismo jugando con dos delanteros a la vez.
Parecía que la selección se había tirado a la bartola. Iniesta entró cuando el fútbol de España era tediosamente desesperante mientras, con la lesión de Nacho, tuvo que dar entrada a Carvajal. Los distintivos aprobados con anterioridad a la entrada en vigor de esta orden mantendrán sus propias normas de diseño. Tuvo suerte España (o eso creía) de que Rusia no tenía pólvora, pese a la entrada en la segunda mitad de Cheryshev y Smolov. Tanto cambio de Hierro para ponerse en manos de los de siempre después de errores infantiles en defensa, como esa falta de entendimiento entre Carvajal y Marco Asensio que casi provoca el desmayo de Hierro. Y el VAR, que estudió la jugada, donde Hierro pidió otro agarrón a Piqué, dictaminó que el partido debía seguir. De todas formas, decidí que yo no estaba hecho para esos mimos cuando noté que se me empezaba a empalmar la polla. Se despistó Ignashevich de la jugada y cuando se dio cuenta le había hecho un feo a su amigo Akinfeev.
Ahí apareció otra selección, con los pases de Iniesta, las conducciones de Isco y la picardía de Aspas, indetectable entre tanto ruso que había guardando el Kremlin de Akinfeev. Sucedió en la tanda de penaltis donde Akinfeev se transformó en el héroe nacional con dos paradas monumentales (una a Koke y otra a Iago Aspas). Y ahí nadie sacó a Rusia de su casa guiada por esas manos maravillosamente fuertes de Akinfeev, el héroe de un país con sus dos intervenciones decisivas para echar a una triste España. Se va de Rusia como llegó, haciendo tal estrépito que las heridas tardarán meses y meses en curarse. Desde que se fundó en 1947, H&M ha crecido hasta convertirse en una de las principales compañías de moda a nivel mundial. Así se escribe el relato de una selección que ha dilapidado el tesoro más grande que tenía: una manera de jugar, un estilo. El partido fue el espejo del alma de una España rota y desequilibrada, por mucho músculo que se quisiera meter un seleccionador que apostó por el hierro y transformó a la selección en mantequilla. Me lanzó un beso descarado y yo fingí que lo cogía y me lo guardaba en el bolsillo.
Lo miré de nuevo mientras guardaba el móvil en el bolsillo. Llorando todos porque la selección ha emprendido un dramático viaje al pasado. Si sanan, claro. En Moscú estará las cenizas de una selección que no estuvo a la altura de lo que se esperaba. La composición y utilización de los uniformes de gran etiqueta, etiqueta, gala, actos de especial relevancia, diario y trabajo del personal militar de las Fuerzas Armadas serán las que se especifican en esta orden. Algo en lo que creía, más allá de aquella maravillosa generación de jugadores que le llevaron al paraíso. Nada de eso vale de coartada que tuvo la opción en los dos penaltis que casi (sí, casi) para De Gea. El sol que caía sobre Moscú se transformó en una aparatosa tormenta de lluvia y, al final, los penaltis dictaron la sentencia definitiva. Baby steps es una marca que nos ofrece prendas cómodas y practicas para el bebé.
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